La revolución verde de las mujeres — Hacia la Renta Básica y más allá.

Año 2050 CE.

—¡Hola!, ¡ya he llegado! —saluda una mujer, de unos 30 años, al entrar por la puerta de un hogar.

—¡AB!, ¡AB!, ¡AB!, … —Baja una chica, quinceañera, la escalera desde el piso superior.

—¿¡Ya ha llegado!? —se oye una voz al fondo.

La casa tiene formas curvas, orgánicas, ventanas circulares de colores y un aroma acogedor.

—¡AB! —La chica se abalanza a sus brazos y la abraza.

—¡Enseguida voy! —vuelve a sonar la voz al fondo.

—¿Está entretenida tu mamá?

—Sí, está en videollamada con la asamblea comunal.

—¡Perdón! —Aparece la propietaria de la voz al fondo, de edad aparente similar a la de la mujer que recién llegó.

—Solo vengo a saludar, tengo que volver a la videollamada. En cuanto termine estoy con vosotras, ¿vale? —Se la nota algo apurada.

—Claro, no te preocupes, la peque y yo nos apañamos. —La chica más joven sonríe ampliamente.

—¡Vamos, vamos! —Mientras la madre vuelve a su reunión, la chica toma de la mano a AB y la sube a su habitación.

El cuarto está en penumbra, con sábanas que cuelgan a modo de tipi; hay una lámpara de lava y unas figuras fosforescentes graciosas salpicando el techo y paredes.

—¡Dijiste que me contarías cómo surgió la revolución verde de las mujeres!

—¿¡Ya!?, …. —La niña la mira con ojos tiernos.

—Vaaaaale, ¡qué prisas!, ¡jajajaja!

La pequeña pareciera haber estado preparando la habitación expectante y sus amplios y brillantes ojos lo acentúan.

—¿Por dónde empiezo?

—Sostén esto. Por donde quieras. —La niña le pasa una linterna a AB a modo de testigo de carrera de relevos, para que comience a narrar.

—Por donde quiera, ¿eh?; ummmm, vale…. La vida en aquel entonces era muy hostil en términos generales, aunque se había avanzado en muchas cuestiones, nada que ver con lo que es ahora.
El cambio climático era una realidad innegable, y sus efectos eran cada vez más graves.
El modelo económico de entonces permitía desequilibrios monstruosos. Mucha gente se suicidaba por depresión y otros problemas derivados de la escasez, y para que unos pocos tuvieran mucho, muchos tenían muy poco.
Uno de aquellos pocos, que ya poca gente recuerda, se obsesionó con la colonización de Marte, pues en aquel entonces, quienes amasaban recursos impulsaban lo que ahora hacemos conjuntamente. Curiosamente era partidario de un modelo de Renta Básica Incondicional que no redujera la desigualdad económica. No todos pensaban igual, la mentalidad fomentada de competición lo tergiversaba todo. Con decirte que los grupos laborales, que entonces se llamaban empresas, competían entre sí, ‘reinventando la rueda’, en lugar de colaborar como células de un mismo organismo.
El sistema económico y político eran un desastre.
La aniquilación de especies por parte de la humanidad no cesaba, los pulmones del planeta llegaban a límites críticos, y el deshielo polar incrementaba el nivel de las aguas hasta comenzar a hacer desaparecer islas del mapa y reescribir las costas de los territorios costeros en los mapas.
La escasa gente consciente sufría pensando que no había marcha atrás, mientras el resto continuaba con sus vidas frivolizando en las llamadas ‘redes sociales’ y programas televisivos de entretenimiento y catastrofismo.

—¡Ah, sí!, ¡eso lo leí!, fomentaban el ego y el tribalismo — interrumpe la chica por un segundo.

—Sí, pero entonces los brotes comenzaron a surgir desde las tierras del conflicto energético, donde los intereses financieros, de unos pocos privilegiados, trataban de continuar con su tóxico modelo de energías fósiles.
Sabes que el poder corrompe, y que el poder absoluto…

—… corrompe absolutamente, sí AB —termina la frase la pequeña.

—Pues aquellas mujeres desposeídas que lograron emerger entre el conflicto también lo sabían, y por ello se levantaron e impulsaron un cambio de paradigma descentralizador desde los municipios, territorios pequeños de lo que se conocían como naciones.

—Sí, las divisiones que se dibujaban en los mapas —añade la niña.

—Crearon asambleas comunales.

—¿Como la de mamá?

—Sí, como la de mamá. Esas asambleas tenían poder de decisión, carácter oficial, y estaban conectadas entre sí. Las había de diferentes temáticas y también propias de mujeres, que entonces aún seguíamos inmersas en múltiples modelos de sometimiento de los que tratamos de salir. En definitiva, estábamos construyendo una Democracia Directa.
Pero eso no habría sido posible de no haber sido por el cambio de enfoque económico.
Fue entonces cuando comenzamos a sustituir la economía, en la que el trabajo remunerado era el centro de la vida de las personas, por la economía de la autosuficiencia, la automatización a favor de la humanidad, la renta básica y la renta máxima, el suelo y techo que toda sociedad mínimamente decente requiere, y más tarde la economía basada en recursos que tenemos ahora.
Presionamos a los municipios para que invirtieran su capacidad económica en construir infraestructuras y casas autosuficientes EarthShip, que utilizan energías renovables, huertos hidropónicos, captación y reutilización de agua, autorregulación de temperatura energéticamente pasiva, materiales reciclados, barro y paja locales (superadobe, cob, …), etc, para reducir al mínimo la dependencia del dinero (que entonces se gastaba en su mayoría en el pago de vivienda, alimentación, luz y agua), y de esta forma pudimos implantar la Renta Básica, desde quienes transitaban de modelo económico hasta convertirse en universal, para todas las personas. A nivel local, ese cambio era difícil, aunque posible, mientras que en territorios mayores, los políticos, evitaban su implantación desde sus Democracias Representativas y otros modelos autoritarios.
Aquel fue el camino que abrimos hacia la Libertad Material, aunque cabe decir que, de no haber sido por el camino hacia la Libertad Inmaterial, nada hubiera sucedido con la rapidez y urgencia que se necesitaba. Tampoco la carrera contra el cambio climático habría llegado a lo que es hoy.

—¿Te refieres a Lībreo?

—Sí. Aquella idea aceleró el movimiento de transición. La humanidad jamás había conocido sistema mediático liberador que premiara de tal manera a los que lo hacían bien, que promulgara el cambio al bienestar económico común, e hiciera de la ley un bien elaborado colectivamente, poniendo la vida en el centro. Surgió una ola creativa asombrosa, un estado de enamoramiento social colectivo que nos hacía sentir que éramos capaces de salir de aquellos tiempos oscuros y evitar repetir errores del pasado. El interés de unos
pocos por poseer el control quedó eclipsado.

—¡Vamos!, ¡deja que tu abuela descanse, que seguro tendrá jet lag del viaje!—Ha aparecido la madre asomándose por la puerta de la habitación.

—¡Jo!, ¡vale!, pero luego me sigues contando, ¿sí?

—Claro cariño —asiente con la cabeza y le da un achuchón.

Vemos, a vista de cámara, ascendiendo verticalmente, el techo de la vivienda de barro, lleno de plantas, en la que están, el bosque comestible que la rodea dentro del asentamiento, el ciclo de día/noche simulado dentro del domo protegido por varias capas en la superficie de Venus. Su aire aún no es respirable, pero la presión atmosférica y temperaturas son más parecidas a la Tierra; de momento son hermosas mellizas. La cámara sigue alejándose y atraviesa las nubes, dejando atrás las ciudades flotantes terraformadoras y la estación espacial venusina. Aceleramos hasta pasar cerca de la Luna, sus colonias, estación de repostaje, elevador espacial y estación espacial, para por fin llegar de regreso a la Tierra, que ahora vuelve a ser el planeta azul, pero más verde y lleno de vida que nunca.

Parque Akebono kodomo-no-mori, Japón — yui kubo [(cc) by nc sa]

#Nota: Este relato está situado en el futuro de la historia principal de la novela ranobe titulada: “Lībreo ⊜ Un libro para ser libre”, que estoy escribiendo actualmente (2021).

#Nota 2: Este relato ha sido premiado en el Concurso de historias UBIE: cómo hicimos realidad la renta básica.

#Licencia: Este relato cuenta con Licencia de Producción de Pares.

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